La historia de Iván Fernández (53 años) es de las que llaman la atención. De mecánico a regañadientes porque su padre le castigaba a trabajar en su taller cuando sacaba malas notas, a profesional en el concesionario Ferrari de Madrid. Desde entonces, su trayectoria como profesional de la reparación ha estado siempre vinculada las marcas más exclusivas: su forma de trabajar le llevó a ser recomendado a C de Salamanca en Marbella, y en la Costa del Sol se quedaría durante 22 años, en los que trabajó reparando Lamborghini, Rolls-Royce y BMW, además de los propios Ferrari, hasta que decidió montar su propio taller, por supuesto de coches de lujo.
El negocio fue muy bien, reparando los coches de los constructores enriquecidos con el ladrillo, hasta que la burbuja inmobiliaria estalló e hizo desaparecer a sus clientes, y a su empresa con ellos en 2009. Dubai se planteaba como su próximo destino, pero un coleccionista le convenció para que se hiciera cargo de su escudería de coches clásicos, lo que le mantuvo ocupado hasta el año pasado, cuando su patrón decidió deshacerse de todos los vehículos de su garaje.
Un poco cansado del ritmo, las exigencias y el turismo de la gran ciudad, Iván y su pareja, Belén, decidieron cambiar de aires hace 10 meses y, tras buscar casas de pueblo en Burgos, Valladolid o León, finalmente eligieron la localidad de Visiedo, en Teruel. Con apenas 70 habitantes, la llegada de estos nuevos vecinos es toda una revolución para un pueblo nada acostumbrado a ver pasar los extraordinarios coches históricos de lujo que maneja Iván habitualmente.
Lo que había sido una antigua cochera agrícola, ahora aloja el negocio de un especialista en la restauración y mantenimiento de automóviles de ensueño, que poco a poco va adecuando a las necesidades de un taller que va a trabajar en coches que requieren el cuidado más exquisito.
Tuve el gusto de ver su taller hace ya unos cuantos años.
Lo que había allí era de ensueño.
¡Suerte en la nueva aventura!